
Estos días he leído comentarios muy eufóricos sobre el reportaje de Babelia. Creo que solo mi admirado Francesc Rovira ha escrito que estaba “en desacuerdo con todo”, empezando por el encabezamiento.
La nueva generación de escritores, como la anterior y la anterior a la anterior, está llena de luces refulgentes y profundas sombras. Pero añadiría que ahora las sombras amenazan con extenderse más que nunca. Y el problema no son los escritores, que son los únicos que podrán salvar a la literatura, sino eso que se llama el mercado, del que las editoriales nunca apartan la mirada. ¿A qué obedece la proliferación de series o colecciones que inundan las librerías? No nos engañemos, no son los escritores, sino las propias editoriales las que las están propiciando para intentar satisfacer al mercado y, de paso, encontrar alguna gallina que ponga los huevos de oro, o de plata, o de bisutería al menos.
Creo que el artículo de Babelia es idéntico a uno que se podía haber escrito hace diez años, o veinte, con la excepción del comentario sobre los yuotubers e influencers. Las alusiones al didactismo o el tono pedagógico de algunos libros, a mí ya me importan un bledo. Lo hubo antes y lo hay ahora, pero generalizar nos nublará la realidad.
La LIJ es una realidad incuestionable. Es mentira que sea invisible, solo lo es para el que no quiere verla; allá él, o ella. No obstante, bienvenidos sean los artículos, las reseñas, las entrevistas, en los suplementos culturales de los periódicos. Y hasta el año que viene. ¡Pasadme otra gamba!