La palabra «sonríe» que aparece en la fotografía está formada por numerosos vasos de plástico, incrustados cuidadosamente en una tela metálica que cierra unos terrenos cercanos a la Casa de Campo, en Madrid. Está justo en una rotonda con bastante tráfico, lo que significa que muchos conductores habrán reparado en ella. Me llamó la atención verla escrita de aquella manera y me pregunté de quién habría sido la idea, y también qué pretendía conseguir. ¿Hacer sonreír a los conductores estresados que pasasen por allí rumbo a la desalentadora rutina diaria? ¿Dar una pincelada de buen humor y optimismo en tiempo de crisis? ¿Simplemente llamar la atención? ¿Era acaso una forma de sustituir las pintadas de los grafiteros?
De cualquier modo, la iniciativa me hubiese resultado graciosa de no ser porque he empezado a ver por otras calles de la ciudad unos carteles, perfectamente impresos, con la misma palabra y con la bandera y el escudo de Madrid debajo. Por tanto, ese «sonríe» me temo que solo es un eslogan del ayuntamiento, cuya finalidad podemos imaginar: dar una imagen amable para conseguir los dichosos juegos olímpicos. Y claro, se rompió el encanto. ¡Yo que pensaba que se trataba de un loco visionario empeñado en arrancar una sonrisa al mundo por el mero placer de sonreír!
Y una duda: ¿pagará el ayuntamiento a algunas personas para que introduzcan cuidadosamente vasos de plástico en las alambradas y conformen palabras? ¿Qué tipo de funcionarios serán los encargados? ¿Se podrá opositar a ello? ¿Cuál será el temario de la oposición? ¿Como requisito bastará con haber terminado la Primaria o se necesitarán estudios universitarios?