Hace ya algunos años, un amigo, creativo de publicidad, me comentaba indignado que la Generalitat de Cataluña había prohibido la difusión de un anuncio en prensa sobre un raticida. El cartel, que debía figurar en los periódicos a toda página, recogía fotografías de presos, con su traje de reclusos y su número correspondiente. Y el slogan -motivo de la prohibición- decía con letras grandes: «Acabamos con todo tipo de plagas.» Y luego, claro está, el nombre de la marca.
Ahora acabo de encontrarme en el buzón de mi casa esta otra propaganda: «Limpiar es un placer… sobre todo si lo hacen por ti.» El slogan tampoco tiene desperdicio, y más si lo ligamos a las imágenes: la chica rubia de arriba, enguantada y con cara de circunstancias, y la sonriente y uniformada morena de abajo, que parece estar disfrutando haciendo camas o limpiando ventanas.
Había escrito algún comentario más, pero acabo de borrarlo. No merece la pena. Sacad vuestras propias conclusiones, queridos mirones. Yo siempre he pensado que no debemos traspasar nuestros propios placeres a los demás. Se empieza por ceder el «placer» de limpiar y podemos acabar por ceder otros, como iir al cine, escuchar música, pasear por la orilla del mar, hacer el viaje de nuestros sueños, enamorarse…