Hace algo más de veinte años, a partir de un viaje a Barcelona y de una anécdota en la estación de Sans –recién remodelada después de las Olimpiadas del 92– escribí “Sin billete de vuelta”. El libro se publicó poco después en la editorial Alfaguara, donde permaneció muchos tiempo –creo recordar que se hicieron doce o trece reimpresiones–. Pero hace pocos años la editorial decidió descatalogarlo. No me sorprendió, porque Alfaguara había iniciado una política de despropósitos que le llevó a tirar por la borda gran parte de su fondo editorial. Muchos profesores de instituto, que lo recomendaban, lo echaron de menos y me preguntaban por él. Y juntos lo recordábamos. Era, me decían, un libro entrañable, emocionante, para todas las edades, que podía gustar a un joven, a un adulto y, por supuesto, a un anciano.
Hay libros especiales, quién lo duda. Libros especiales para el autor. Libros especiales para el lector. Libros especiales también para el editor, o para el librero. Para mí “Sin billete de vuelta” siempre fue un libro especial. Y cuando me hacen a menudo esa odiosa pregunta de… ¿cuáles son tus libros preferidos?, yo suelo irme por las ramas y casi nunca respondo, pero reconozco que en el fondo estoy pensando siempre en tres o cuatro libros especiales –que no significa que sean mejores– y allí aparece “Sin billete de vuelta”.
Por supuesto, no voy a hablar de los méritos del libro, si es que tiene alguno. A mí no me corresponde hacerlo. Solo quería avisaros, queridos mirones, de que el libro ha renacido, esta vez en formato digital. Y es maravilloso que pueda encontrarlo y leerlo quien lo desee. Está en la editorial LEER-e, en la colección Akobloom, y como podréis ver es francamente barato. http://www.leer-e.es/ebooks/sin-billete-de-vuelta