Saber venderse. Quieren hacernos creer que es el signo de los tiempos. La mayoría cae en la trampa. Venderse. Suena mal esa palabra. Me llamó la atención el cartel que había colgado en la fachada de una iglesia de un pueblo de Toledo. La Iglesia ha vendido de todo en el pasado y sigue haciéndolo en el presente: bulas, cruzadas, ejecuciones, bodas, entierros, excomuniones, souvenirs, indulgencias, velas, salvaciones eternas, reliquias, humo, olor a incienso, huesos de santo, yemas, tetas de novicia… Ahora, como el rebaño mengua, parece ser que hay que vender hasta la misa del domingo, y lo primero, claro, es el marketing.