Uno no tiene conciencia exacta de sus ríos hasta que los compara con otros. El río de mi ciudad se llama Manzanares y cuesta trabajo considerarlo como tal. Si tiene agua, es gracias a las presas y represas que la contienen; y su aspecto, después del soterramiento de la autovía de circunvalación, es el de una especie de estanque con patos para esparcimiento ciudadano. Poco más.
Me acuerdo de un profesor de Geografía que nos explicaba cómo todas las grandes ciudades del mundo estaban situadas o bien a la orilla del mar, o bien en las riberas de un gran río. Excepto Madrid, naturalmente.
Recuerdo la primera vez que fui a Francia –quizá fuese mi primer viaje al extranjero– hace ya muchos años. Iba en coche y lo que más llamó mi atención fueron los ríos franceses; no sólo los más importantes, sino todos los ríos: anchos y caudalosos, que fertilizaban las tierras de su entorno. Era inevitable la comparación y uno recordaba los páramos peninsulares, los riachuelos que se secaban durante el verano, los secarrales, los vientos que arrasaban las llanuras desiertas levantando polvaredas… Desde entonces, siempre que viajo me llaman poderosamente la atención los ríos: el Danubio, el Nilo, el San Lorenzo, el Sumida…
Recuerdo también a otro profesor, esta vez de Historia, que nos decía que la historia de la Humanidad podía escribirse ateniéndose exclusivamente al clima. No lo sé. Los ríos, claro, forman parte del clima. Y ahora pienso que tal vez la historia de la Humanidad podría escribirse atendiendo exclusivamente a los ríos. No sería un disparate. Estoy convencido de que los ríos marcan el carácter de las personas que viven en su entorno.
Acabo de viajar a Lyon y me he cansado de pasear por la orilla del Ródano, que en la misma ciudad recibe las aguas del Saona. ¡Que pedazo de río! Lyon es una ciudad muy bonita y atractiva. Tienes catedrales, barrios muy pintorescos, monumentos… Pero si a Lyon le quitasen el Ródano dejaría de ser Lyon. Y si a los franceses les quitasen sus ríos, dejarían de ser franceses. Si por España a partir de mañana pasase el Amazonas, dejaríamos de ser españoles. A eso me refiero.