Soy consciente de que he sido (y soy) un bloguero desastroso, pues mi blog permanece en silencio, adormecido, ajeno, «olvidado y cubierto de polvo». Mi agenda, demasiado llena de actividades, me ha impedido prestarle más atención; pero además durante las últimas semanas (meses, más bien) se ha sumado un contratiempo bastante desagradable: ¡virus!. Sí, mi ordenador tenía virus. Después de ardua tarea, creo que al fin este trasto informático se ha curado; pero la enfermedad fue grave y el diagnóstico impreciso. Fue una mezcla de ulceración seborreica con urticaria de tercer grado y perforación aguda y taquicárdica, necrotizante y amiotrófica, complicada con brotes quísticos inesperados y fagocitarios de índole agresivo-convulsivo con sudoración agreste e incolora, con espasmos, contraccines y retortijones varios. Sí, un verdadero desastre.
Me pregunto si le quedarán mirones a este blog. Seguro que no. Pero no me rendiré al desaliento y volveré a la carga. Eso sí, con la caja de penicilina sobre la mesa, por si se repiten los síntomas.