Las líneas que siguen a continuación son el colofón de la conferencia que pronuncié el pasado día 22 de noviembre en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga:
Experimento sensaciones parecidas cuando leo y escribo. Si me preguntan por qué escribo suelo responder que por lo mismo que leo. Leer y escribir son para mí, en primer lugar, una búsqueda constante. ¿Y qué busco? ¡He ahí la cuestión! Lo más probable es que me busque a mí mismo para tratar de comprender los resortes que desatan mis sentimientos, esos sentimientos que me hacen posicionarme ante la vida. Y curiosamente, cuando uno lee y escribe literatura infantil y juvenil esa búsqueda de convierte en algo emocionante y, a menudo, clarificador.
Leer y escribir para conocer también al prójimo, ese prójimo que siempre será diferente a nosotros mismos, aunque se parezca mucho. Leer y escribir para viajar, para descubrir paisajes reales y también paisajes imaginarios, paisajes vividos y paisajes soñados. Leer y escribir para arañar la realidad, para despellejarla, y al mismo tiempo, para flotar sobre una nube algodonosa. Leer y escribir para comprender algunas cosas y para constatar que otras son sencillamente incomprensibles. Leer y escribir para conocer más y más, pues, como sostienen algunos filósofos, solo existe lo que conocemos y podemos nombrar. Leer y escribir para darse cuenta de que el lenguaje es un don maravilloso que tenemos los seres humanos. Leer y escribir para ser más buenos, más listos, más altos, más guapos, más simpáticos y, por supuesto, más libres. Leer y escribir para rebelarnos, para ser más críticos y más inconformistas. Leer y escribir para entender mejor nuestro presente e impedir que otras personas quieran imponernos su futuro.