Queridos mirones, ¿recordáis las viejas películas del Oeste? Quizá los que tengáis una edad, sí. Los más jóvenes seguro que las miráis con recelo. Yo puedo decir que si tuviera que hacer una lista con mis diez películas favoritas, seguro que dos o tres serían del Oeste –»El hombre que mató a Liberty Valance» no faltaría–.
Quería referirme en este comentario a esas películas del Oeste en las que se enfrentaban los vaqueros contra los ovejeros. ¿Vacas u ovejas? Con solo plantear la pregunta el pleito está servido. Los ovejeros solían ser algo más tolerantes, aunque no les faltase mala leche; pero los vaqueros eran implacables. Se pasaban la vida haciéndose «faenas» (originalmente puse otra palabra más contundente, pero facebook no me la permite) mutuamente, algunas tan gordas como matarse a tiros. Tú me derribas la valla, yo te quemo el establo; tú me matas una vaca, yo te mato diez ovejas; tú me agujereas el estómago de un balazo, yo te levanto la tapa de los sesos, y así sucesivamente. He encontrado una novela de 1953 sobre el tema para ilustrar mi comentario
Junto a mi casa hay un parque. Grandes praderas, como las que servían de pasto a vacas y ovejas en el antiguo Oeste. Y en una de las zonas del parque ha surgido el conflicto. ¿Entre ovejeros y vaqueros? No exactamente. Es la zona preferida por los propietarios de perros –podemos llamarlos «perrerros»– para pasear a sus bestezuelas amaestradas; por allí las sueltan para que corran un poco, jueguen y defequen. Recoger las defecaciones, por supuesto, no entra en los planes de la mayoría de las personas que hemos denominado perrerros.
Por otro lado, en la misma zona del parque, se reúnen por las noches grupos de chavales cargados con bolsas de supermercado llenas de botellas. A estos podemos llamarlos «botelloneros». Beben hasta hartarse y, cuando se retiran de madrugada, dejan las praderas del parque salpicadas de cascos de botellas, de latas, de bolsas de plástico, de restos de pizzas y otras lindezas.
Yo, ingenuo de mí, pensaba que tanto los perreros como los botelloneros eran unos incívicos, además de unos guarros. Pero ahora lo he comprendido todo con claridad. Lo que sucede en el parque es que hay una guerra abierta entre los unos y los otros. Los perrerros atacan con las cacas de sus perros, que siembran en la pradera como si fueran minas. Los botelloneros lo contrarrestan con toda esa basura que desparraman. ¿Quién ganará al final? Esta película, en concreto, no la he visto, así que ignoro el desenlace. Lo que sí está claro es quiénes pierden todos los días.