
No sé si esta niña finalmente se olvidará de mí y del encuentro literario que tuvimos, pero lo que sí es seguro es que yo no me olvidaré nunca de ella, y al decir ella me refiero a los miles y miles (no exagero) de niñas y niños, de jóvenes, también de adultos, con los que he compartido momentos literarios y humanos inolvidables. Yo nunca los olvidaré porque han arraigado con mucha fuerza dentro de mi vida y han conseguido darle un mayor y mejor sentido. Con ellos tengo la certeza de haberme acercado a esa quimera que llamamos felicidad.