Hace veinte años existían en Castilla-La Mancha los Centros Coordinadores de Bibliotecas. Cada provincia tenía el suyo. Creo que visité todos, algunos muchas veces. Si tuviera que quedarme con dos, elegiría los de Ciudad Real y Albacete. Y si me obligasen a selecionar uno solo, no lo dudaría: Albacete.
Creo que los políticos que los impulsaron nunca fueron conscientes de lo que acababan de poner en marcha, pues de lo contrario esos mismos políticos nunca se los hubiesen cargado de un plumazo unos años después. Las bibliotecas -y con ellas- los libros -y con ellos- los escritores, llegaron a los rincones más alejados y abandonados de cada provincia. Nunca he visto nacer una red de bibliotecas con tanta fecundidad y con tanta ilusión. La tela de araña se tejía con renglones llenos de letras, de ideas, de sentimientos, de experiencias… Y todos se dejaban envolver por el arrullo mágico y comprometido de las palabras.
Y detrás de todo aquello, por supuesto, había personas, sobre todo mujeres. Mujeres inteligentes, ilusionadas, entregadas…, que nunca miraban el reloj cuando estaban trabajando, porque en el trabajo estaban descubriendo una razón de ser y una manera de crecer. Me consta que hasta pasaron noches en vela colocando los libros en las estanterías para que la biblioteca pudiera ser inaugurada al día siguiente. Me consta tambien que, en alguna ocasión, hasta recibieron la visita de la guardia civil, extrañada de que en horas tan intempestivas las luces de la biblioteca estuvieran encendidas.
¿Por qué se tiran proyectos tan hermosos a la basura? ¿Por qué se prescinde de personas tan valiosas y tan generosas? ¿Por qué se empeñan en meter a la cultura en contenedores de colores para reciclarla?
Maruja, yo no quiero felicitarte solo por tu cumpleaños. Sigo visitando a menudo bibliotecas de la provinvia de Albacete, algunas en pueblos remotos y casi perdidos, y compruebo que son de las más activas y dinámicas de España. Entonces no puedo evitar acordarme de ti, de tu equipo, y de todo lo que fuiste sembrando. Siguen en pie los edificios, con sus estantes llenos de libros; siguen en pie las ilusiones. Las raíces son hondas y muy sólidas. Por eso, mi felicitación es doble. Cincuenta besos.