En las últimas semanas nos han ocurrido tantas cosas a los seres humanos que poblamos el planeta Tierra, que tenemos la sensación de que la vida, tal y como la conocíamos, ha dejado de existir, o se ha paralizado de una manera inquietante. Pero yo quiero recordar que hoy es 2 de abril, que un día como hoy nació hace 215 años Hans Christian Andersen, y que este día muchas personas celebramos el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil.
Serán incalculables los actos conmemorativos que se habrán cancelado en todo el mundo, que en muchos casos se habrán sustituido por mensajes espontáneos, grabados y difundidos a través de las redes sociales. Desde el confinamiento, todos nos apuntamos a la fiesta. Leemos nuestros cuentos, recitamos nuestros poemas, mostramos nuestros dibujos; o si no somos creadores, leemos, recitamos y mostramos la obra de los demás. No sé si todo eso llegará realmente a las niñas y a los niños, que deberían ser los principales destinatarios, o se quedará dentro del círculo de nuestro grupo de “amigos” de las redes sociales y, por consiguiente, solo servirá para autoconvencernos de lo majos que somos. Sinceramente, creo que si un niño quiere leer estos días, va a encontrar dentro y fuera de internet infinitas posibilidades para hacerlo, que nada tienen que ver con las ofertas gratuitas de algunas editoriales o de algunas administraciones.
Pero como hoy es 2 de abril de 2020, quiero aportar una breve reflexión. Solo eso. Escritores, ilustradores, narradores…, creadores en general, sé que para muchos este encierro está sirviendo para crear más, para producir más, pues son muchas las horas que podemos pasar sentados a nuestra mesa de trabajo. También sé que hay otros que se sienten incapaces de hacerlo, que se encuentran bloqueados, porque la cruel realidad les ha golpeado con dureza en el ánimo y les ha anulado hasta la voluntad. En uno y en otro caso, os invito a la reflexión. Creo que es más importante que nunca que todos nos planteemos que una obra infantil ha de ser algo realmente extraordinario, maravilloso, único, escrita con las mejores palabras y dibujada con los trazos más perfectos, para que de esta manera se convierta en necesaria e insustituible. Es importante que no lo olvidemos, porque cuando pase esta maldita pesadilla, el mundo, más que nunca, va a ser de los niños y de los jóvenes, y nosotros tenemos que procurar que su mochila vaya cargada de buenos libros. Ellos los van a necesitar y nosotros no deberíamos defraudarlos.