Es aconsejable tener un vecino neurótico, o creer que lo tenemos. Como ese personaje interpretado por Jack Nicholson en Mejor Imposible. De esta forma descargaremos sobre él nuestra propia neurosis. ¿Conocéis a alguien que no despotrique a las primeras de cambio contra algún vecino? Que si pone la música muy alta, que si cambia de sitio los muebles de madrugada, que si camina con tacones, que si se ducha de madrugada, que si le crujen los muelles de la cama, que si grita como un energúmeno…
Durante años he pensado que tenía un vecino neurótico. Solo su neurosis podía llevarle a jugar a las canicas por las noches, cuando ya todo el mundo estaba en la cama tratando de conciliar el sueño. Desde mi casa era perceptible el sonido de las bolas rodando por el suelo, saltando, chocándose entre sí… Me sorprendía mucho, pues como todo el mundo sabe las canicas es un juego de niños, y mi vecino no lo es. En alguna ocasión llegué a pensar que a lo que estaba jugando era al golf, o al minigolf, y que se había instalado en una habitación un hoyo, con el que entrenaba todas las noches.
Llegué a hablar con él y me aseguró que ni jugaba al golf ni, por supuesto, a las canicas. Creo que me dedicó una mirada compasiva y que debió de pensar que tenía un verdadero neurótico por vecino, es decir, yo. Por supuesto, no le creí, y no lo hice porque el sonido de las canicas rodando por el suelo, o de la pelotita de golf, continuaron. El neurótico no era yo, sino él, por mucho que lo negase.
Hoy he descubierto la verdad. Internet se ha encargado de desvelármela. ¡Maldito internet! Mi vecino no jugaba por las noches a las canicas, ni al minigolf. Resulta que todo se resume en un simple fenómeno físico llamado “golpe de ariete”, o “pulso de Zhukoswki”, y que, abreviando, tiene que ver con la presión del agua en las tuberías. ¡Vaya mierda!, con perdón. ¡Qué ganas de fastidiar! ¡Prefiero mil veces tener un vecino neurótico! ¡Prefiero mil veces la literatura a la física!