Desde hace años, a través del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y dentro de lo que se denomina “Promoción de las letras”, se realizan actividades en IES: encuentros literarios con escritores actuales, por un lado, y el programa Por qué leer a los clásicos, por otro. Todos habréis oído esa frase que dice: lo que funciona bien, no tocarlo. Bueno, pues estos encuentros funcionan muy bien –o mejor dicho, funcionaban–. Este año el ministerio ha introducido un cambio al que nadie encuentra sentido y que tiene desconcertados a los centros de enseñanza y a los propios autores.
Antes, el instituto solicitaba a un autor, con el que previamente ya había contactado, y cursaba la petición. Si cumplía las normas, el ministerio la daba trámite. Y punto. Todo estaba claro, y tanto el centro como el autor podían planificar su agenda. La actividad cada año tenía más éxito y la lista de peticiones aumentaba sin cesar. ¡Bravo! Era una forma de que ese programa llamado “Promoción de las letras” cumpliese con su cometido.
Pero este año alguien ha decidido tocar lo que funcionaba bien, y creo que nadie ha conseguido averiguar por qué motivo lo ha hecho. Lo cierto es que este curso cada IES no debe pedir a un autor, sino a tres, pero sin saber a ciencia cierta a cual de los tres le concederán, si es que le conceden alguno. Dicho así parece un juego. “Pinto, pinto, gorgorito…” De esta forma, el centro escolar no podrá programar unas lecturas ni trabajar la obra de un autor con vistas al encuentro literario, porque no va a tener seguridad de nada. Y si lo hace, es posible que al final reciba la visita de un escritor distinto al que han trabajado de manera especial.
Los escritores –y hablaré en mi caso concreto– no podemos hacer una simple planificación, como ha ocurrido otros años. A partir de enero yo tengo la agenda llena hasta finales de curso, con viajes constantes por toda España. No puedo estar pendiente del capricho del ministerio para conocer si aprobará una vista mía a un IES de El Puerto de Santa María, o de Castellón, o de Murcia, o de Cantabria… Todos tenemos que planificarnos y, sobre todo, si hay un viaje por medio. De este modo, es imposible cerrar fechas con un mínimo de seguridad.
En resumen, la modificación del programa de encuentros literarios con escritores ha conseguido convertirlo en una especie de ruleta rusa. Hay centros que están renunciando a la petición y autores, como yo, que estamos reclamando más claridad, pero que no obtenemos respuesta (también han cambiado en el ministerio las personas que se encargaban de estos temas). Ante esta incertidumbre me resulta complicado comprometerme con un centro, al que no sé si el ministerio siquiera tendrá en cuenta. En algunos casos, la única opción que veo es afrontar el encuentro por mi cuenta –y a mi cuenta– y me pregunto malintencionadamente si no será eso lo que, en el fondo, está pretendiendo el ministerio.