Hace aproximadamente un mes estuve viendo en el Teatro Fernán Gómez, de Madrid, «», de August Strindberg, una de esas obras de referencia en la historia del teatro. Pero en este comentario no pensaba hablar de teatro (el montaje de Miguel Narros, la interpretación de María Adánez…), ni siquiera hablaré de ese personaje fascinante y atormentado que es la señorita Julia. Recuerdo que al comienzo de la obra, en los prolegómenos, que no sé si pertenecen al propio Strindberg o son producto de la nueva adaptación del texto al público del siglo XXI (me inclino por la segunda posibilidad), un actor dijo la siguiente frase: «El placer de hacer algo.»
¿Qué sería de la vida sin el placer de hacer algo? Tal y como está formulada la frase se entiende que ese algo será satisfactorio. Ese podría ser el norte de nuestras vidas en esta época tan desnortada. Hacer algo, plantearnos un reto, luchar por él… Habrá quien piense socarronamente que hacer algo puede ser tumbarse a la bartola y rascarse la barriga, o oconsumir la vida consumiendo, o dejarse embrutecer por la legión de embrutecedores que nos asedian… El placer de hacer algo necesita previamente una introspección, una busqueda de un camino, una certeza de un sueño, un deseo firme. Y a partir de ahí podemos empezar a caminar, a hacer algo que tal vez nos dé placer. No solo los escritores, músicos, pintores, o gente que haga trabajos creativos, puede sentir ese placer de hacer algo. Cualquier persona puede conseguirlo y debería intentarlo con toda su ilusión. El placer de hacer algo y de hacerlo bien, el placer de mejorar, el placer de superarse, el placer de avanzar pasito a paso…
Algunos podrán recordarme ahora una entrada anterior en este blog, la que se refería a Bartleby, el escribiente. Él toma el camino contrario y decide firmemente no hacer nada. Lo que ocurre es que su decisión no es gratuita ni caprichosa, sino meditada y firme, segura y convencida. Quizá por eso nuestro querido Bartleby, en el fondo, sintió placer por no hacer nada. Porque en este caso no hacer nada era también hacer algo.