La verdad es que en las últimas semanas he tenido encuentros literarios magníficos en colegios e institutos (en Extremadura, en Madrid, en Málaga…) Y no siempre es así. Reconozco que muchas veces me han dado ganas de marcharme a mitad de sesión o, incluso, antes de comenzar, pues el termómetro de los encuentros te lo marca la actitud de los propios profesores, y percibes con claridad que esa actitud, no es que sea pésima, es que ni siquiera existe.
Pero -repito- estas últimas semanas he tenido muy buenos encuentros literarios, tras los que siempre se encontraba la complicidad y el entusiasmo de unos profesores. No voy a citar ni a los centros ni a los profesores, aunque me quedo con las ganas, pues sería demasiado prolijo e innecesario. Pero sí quiero elegir una fotografía para acompañar a este comentario, la tomé en el precioso salón de actos de un precioso instituto situado en un precioso paraje de Las Hurdes. La frase iluminaba una de las paredes y a todos los que estábamos dentro.