¿A cuantos de nosotros el olor a castañas asadas nos da un pellizco en la memoria? Además, no hace falta ser mayor para sentirlo. Las castañas nunca faltan a su cita, calientes, metidas en cucuruchos de papel para calentar las manos antes que las tripas, constatando que el invierno campa a sus anchas por las calles de la ciudad. Me soprende que estos diminutos y humeantes puestos callejeros se mantengan todavía en las aceras, entre el Burger King y el McDonald’s, enfrente del Telepizza y el Pans & Company.