Colegio privado concertado. De los que están surgiendo en las nuevas barriadas de Madrid, y en otros puntos de España. Colegio-empresa, nuevo, amplio, bien dotado, acogedor… Maestros que parecen clonados, con predominio de gente joven y mayoría absoluta de mujeres. Visita programada de un escritor. Acto literario. Cuatro clases en el salón de actos. Cuatro maestras colocan a sus niños y después se sientan tras ellos, codo con codo.
Nada más comenzar a hablar el escritor las maestras sacan sus modernos móviles y se pasan todo el tiempo que dura el acto literario –una hora poco más o menos– wasapeando –¿se dice así?–, o chateando. No levantan la mirada del aparato. A veces sonríen y se aplican a escribir con más ahínco. Evidentemente, lo que está diciendo el escritor les importa un bledo –y hasta eso podría entenderse–. Pero… ¿y sus alumnos? Sus alumnos no son tontos, sino todo lo contrario, y mentalmente están tomando nota de su actitud, de su desinterés y de su mala educación. Luego, esas maestras les pedirán que presten atención en clase, o que se comporten con corrección, o que sean respetuosos.
Ya me he dado cuenta, queridos mirones, de que este comentario ha quedado muy ambiguo y, lo que es peor, no saca conclusiones.