Todos pensamos que el pin parental es una pretensión de la derecha extrema y de la no tan extrema. No pretendo ahora opinar sobre ello. Me preocupan otras formas, aparentemente distintas, envueltas y presentadas de otra manera, que en el fondo se asemejan mucho a ese dichoso pin parental.
Leo un tuit de un premiado escritor de éxito, en el que despotrica contra el mexicano Guillermo Arriaga, reciente ganador del premio Alfaguara de novela, porque se encontraba cazando en el desierto cuando se enteró de la noticia. Por esta circunstancia, da por hecho que jamás lo leerá.
Pues a mí, que no soy cazador ni defiendo la caza, que jamás he tenido un arma entre mis manos, esa actitud me recuerda mucho al pin parental. Ahora todos, a las primeras de cambio, nos volvemos censores, acusadores y hasta decapitadores si llega la ocasión. ¿Qué tipo de inquisición es esta?
Guillermo Arriaga es el guionista de películas como «Amores perros», «21 gramos», «Babel», las tres dirigidas por Alejandro González Iñárritu. Ha dirigido y producido otras y además ha escritos varias novelas. Recuerdo «El dulce olor a muerte», una novela sin adornos de ningún tipo, directa, sin fuegos de artificio que distraigan al lector, donde nos demuestra que la sencillez -tan difícil- nos hace alcanzar la máxima altura literaria.
Pensad sobre estas cosas. ¿Vamos a desempolvar el garrote vil contra los escritores cazadores? En ese caso, Miguel Delibes sería el primero, después José Agustín Goytisolo, al que a veces le oí hablar de su afición a la caza. ¿Y cuántos más? Y claro, después de los cazadores vendrán otros, y otros… La veda está abierta.