No he opinado sobre la concesión del Nobel a Bob Dylan, ni lo haré ahora. La verdad, el premio Nobel me importa un bledo. Son clamorosas las cagadas en su haber. En España siempre nos dejará perplejos que lo ganasen Echegaray, cuando vivía Pérez Galdós; o Benavente, cuando vivía Valle Inclán.
Pero a propósito de Dylan, voy a copiar a continuación una novela de cinco líneas que escribí hace tiempo. Espero que ella hable por sí misma. Ahí va:
POR UNA CANCIÓN
Se hizo boxeador solo para que un cantante como Bob Dylan le hiciese una canción como Hurricane.
En su primer combate le rompieron la nariz, el labio inferior y tres costillas. Hoy, muchos años después, con el cerebro triturado por tantos golpes, sigue arrastrándose por los cuadriláteros esperando esa canción.