Un día aciago
Acababa de ganar mi primer premio literario, el Altea, y se entregaba en los salones Ondarreta, en Madrid. Llegué un poco antes de la hora, nervioso y despistado, y un tipo me salió al paso. –Adónde vas? –me preguntó. –Pues a la entrega del premio –le respondí. –Es pronto todavía, aun no se ha abierto…